El verano aprieta. Media Europa se encuentra inmersa en una ola de calor histórica. Sin embargo, existen lugares que se resisten a las altas temperaturas, y sin duda la naturaleza tiene mucho que ver en eso. En la parte Norte-Noreste de los Alpes nace un río que va a ser el protagonista de nuestra sección de Ecoturismo por el Mundo de este mes. El río Isar funciona como un refrigerador que baja el frescor alpino hasta que queda embebido en el Danubio.

¿Queréis visitarlo? Vamos a mostraros algunas de las zonas que lo rodean y que bien ameritan un viaje al sur de la Baviera Alemana.

Las vegas del río Isar.

Ya conforme se aleja de la cordillera de los Alpes, el río Isar crea unas vegas que, en muchas ocasiones han sido ocupadas por infraestructuras humanas (como ocurre en muchos sitios), pero que mantiene lugares con un carácter más natural. De hecho, de esa unión hombre-naturaleza aparece en el mapa los pastos del Garchinger Heide. Al norte de Munich, esta área verde gana un protagonismo destacable.

Una zona donde la hierba crece hasta donde llega la vista y donde se encuentran algunas de las especies vegetales de pastos más interesantes. Un paseo entre sus praderas revitaliza hasta el peor de los ánimos.

Las flores de Campanula rapunculoides puede ser una de las más bonitas que nos podemos encontrar.
Las flores de Campanula rapunculoides puede ser una de las más bonitas que nos podemos encontrar.

Pero si seguimos avanzando hacia los Alpes, estos pastos comienzan a retorcerse y crear ondulaciones en las laderas. Para los que somos del sur de España, estos paisajes son super-sorprendentes. En este caso, pude visitar los prados ondulados de Buckelwiesen, cerca de Mittenwald. Creo que una imagen vale más que mil palabras.

Prados ondulados de Buckelwiesen, cerca de Mittenwald con el río Isar muy cerca.
Prados ondulados de Buckelwiesen, cerca de Mittenwald con el río Isar muy cerca.

Siguiendo el río Isar.

Pero volvamos a nuestro protagonista. Este río (como pasa en muchos ríos de la Península Ibérica) ha sufrido el manejo de sus aguas por el ser humano. En este caso en forma de centrales eléctricas y embalses. Esto quiere decir que su caudal es muy variante dependiendo de la época del año. Pero bueno, os voy a intentar describir como lo pude vivir yo.

Una gran vega, un cauce de agua helada, muchos cantos rodados que nos hablan de otros momentos más caudalosos, y la silueta de las montañas de fondo. No suena nada mal ¿eh?. Pues no.

El cauce del río Isar abriéndose paso entre montañas.
El cauce del río Isar abriéndose paso entre montañas.

Bueno, entonces llegó el momento de fijarnos en su vegetación. Existe una gran diversidad de especies que en mitad del verano se encuentran en todo su esplendor. Flores de todos los colores, pero como muchas veces pasa, al final nos sorprenden las cosas no tan llamativas.

Resulta que entre toda la vegetación, a las orillas del río Isar vi unos árboles que me parecieron muy familiares. Me dije para mi, “que curioso estos ejemplares de Taray (Tamarix sp) por estas zonas”. Pero conforme me iba acercando a ellos observé restos de flores y frutos que nada tenían que ver con estos árboles tan comunes en los ríos mediterráneos. Por lo que me puse a buscar y ya, os saco de dudas. Se trata de Myricaria germanica, y aunque su nombre haga alusiones al país de Alemania, la realidad es que esta especie también la podemos encontrar en Noreste de la Península Ibérica, siendo la única especie de Myricaria que aparece en el continente Europeo.

Flores y restos de frutos de Myricaria germanica a orillas del río Isar. Si os fijáis en sus hojas, bien podrían ser las de un Taray.
Flores y restos de frutos de Myricaria germanica a orillas del río Isar. Si os fijáis en sus hojas, bien podrían ser las de un Taray.

Subamos un poco en altitud.

Y ya que estaba tan cerca de los Alpes, que menos que “asomarme” para otear el horizonte. Y nunca mejor dicho lo de asomarme. En la población de Mittenwald existe un funicular que en menos de 10 minutos es capaz de salvar una diferencia altitudinal de más de 1000 metros. Eso hace que el recorrido sea casi vertical. Para los que sufren de vértigos, lo mejor es cerrar los ojos y esperar. Para los que no, disfrutad porque es una experiencia única.

Cabina del funicular que nos subiría hasta Bergwelt-Karwendel.
Cabina del funicular que nos subiría hasta Bergwelt-Karwendel.

Y arriba llegamos a Bergwelt-Karwendel, unas instalaciones ideales para disfrutar de este mini-circo glaciar. Además de numerosas sendas que parten de aquí, existe una sencilla que lo rodea y que la podríamos llamar la Senda de las Vistas. De nuevo, prefiero dejar una imagen.

Vistas de los Alpes desde la misma frontera entre Alemania y Austria.
Vistas de los Alpes desde la misma frontera entre Alemania y Austria.

Durante el recorrido, a principios de Agosto, las flores se acinan. Los colores se disparan a tonalidades inimaginables. Azules, amarillos, rojos, naranjas, y muchas otras especies cuyas flores no son tan llamativas, pero para los que nos paramos en todas, descubrimos auténticas obras de arte en miniatura.

Particularmente, me sorprendió el azul intenso de la flores de Gentiana bavarica.
Particularmente, me sorprendió el azul intenso de la flores de Gentiana bavarica.

En estas montañas se encuentra la frontera entre la Baviera Alemana y el Tirol Austriaco. Y en esta frontera me quedé anclado, porque aunque mi cuerpo se encuentre en otros lugares, casi a diario mi mente vuelve a rememorar este lugar.

En verano en el Sureste, lo cierto es que es difícil salir a la naturaleza, cuando todos los seres vivos entran en una especie de segundo letargo, distinto del invernal y limitado a las horas centrales del día. Sin embargo, el pasado 18 de agosto decidimos seguir la pista de los hombres ancestrales para escapar del calor. Como aquellos prehistóricos que poblaron la Sierra de Alcaraz hace 27 mil años, decidimos caminar cerca de los ríos y hacia las montañas, detrás de las manadas migratorias de animales que cazaban. Y al final encontramos ciervos, cabras monteses y caballos silvestres, aunque no pastando, sino sobre los muros de la Cueva del Niño de Ayna, cuyas pinturas rupestres forman parte del Patrimonio de la Humanidad del Arte Rupestre del Arco Mediterráneo.

Los paisajes que rodean la Cueva del Niño de Ayna nos invitan a viajar en el tiempo.
Los paisajes que rodean la Cueva del Niño de Ayna nos invitan a viajar en el tiempo.

La vida encajonada y la Cueva del Niño.

Los que se adentran en el Cañón del río Mundo son escasos, aunque su nacimiento y su paso por Aýna sean muy conocidos. Antiguamente, los parajes por los que el río sirve de límite entre este último, Bogarra y Molinicos, estuvieron salpicados por pequeñas aldeas y caminos de caballerías, pero lo abrupto del terreno acabó imponiéndose y los caseríos encaramados a los meandros, de hasta 500 metros de desnivel, quedaron desiertos. En uno de los barrancos que se precipitan al río, a media altura, y casi invisible hasta que no estamos a pocos metros de ella, está la Cueva del Niño.

Grupo de asistentes preparados para adentrarse en la Cueva del Niño.
Grupo de asistentes preparados para adentrarse en la Cueva del Niño.

Teníamos muchas ganas de visitar esta cavidad, tanto por sus pinturas y formaciones espeleológicas, como por su impresionante entorno natural. El Cañón hay que verlo desde arriba y desde abajo, por lo que la caminata que preparamos empezó por la Muela de San Martín, uno de los macizos que avasallan al Mundo. Empezamos con una subida, intensa pero corta, a la sombra, para después casi llanear por encima de esta pequeña meseta, hasta descubrir abajo el valle del río y sus canteros cayendo a plomo. Fue uno de los días más calurosos de agosto, pero la sombra ligera y la brisa no fallan aquí, ni el intenso olor a romero y pino, que echan el resto cuando sube la temperatura.

Y al fin llegó el momento de descubrir la cueva por dentro. Todo un espectáculo en el que emplear todos los sentidos.
Y al fin llegó el momento de descubrir la cueva por dentro. Todo un espectáculo en el que emplear todos los sentidos.

En la boca de la cueva nos recibieron una pareja de murciélagos, nada tímidos, y las gotas que, de cuando en cuando, aciertan sobre la cabeza de uno, haciendo ver que las estalactitas, estalagmitas, columnas y banderolas de la cueva siguen vivas. Las representaciones del interior están entre las más antiguas del sur de la Península, donde las pinturas del Paleolítico, las del hombre nómada que todavía no había descubierto ni la agricultura ni la ganadería, son muy raras. A la salida, la bocanada de aire cálido de la tarde nos trajo de nuevo a la era en la que ya solo quedan caballos silvestres, y otras muchas cosas, en pintura.

El baño en el Mundo.

Ya bajando hacia el río, algunas tierras de cultivo, mas abiertas, nos castigaron con un sol vertical durante unos diez minutos, lo justo para que el baño que siguió en las pozas del Mundo fuera todavía más salvaje y liberador. Comimos con los pies metidos en la corriente y después, cuando la flama de la tarde empezó a disiparse, caminamos por dentro del agua, entre paredones naranjas donde germina el rarísimo dragoncillo de roca, hasta enlazar con una de las antiguas sendas que pasaban al otro lado. Es un camino que parece mentira que todavía siga ahí, casi tragado por la naturaleza, pero tan bien trazado que, en cuanto se adivinan sus muros, se desvela como un mensaje centenario en piedra.

Deseado y merecido baño en el río Mundo una vez nuestra senda alcanzaba su fin.
Deseado y merecido baño en el río Mundo una vez nuestra senda alcanzaba su fin.

A priori todos pensarían que en Agosto no se puede disfrutar del monte, pero nada más lejos de la realidad. Pero los alrededores de Ayna nos demuestra que las posibilidades son muchas, y que disfrutar de maravillosos rincones es posible.

El género jacaranda lo componen árboles o arbustos originarios del Caribe, Centro y Sudamérica que requieren de  mucho sol y de un tipo de suelo rico en materia orgánica y con buen drenaje. En la actualidad, se reconocen 49 especies que pueden alcanzar desde los 2 a los 30 metros de altura.

Estas especies son llamativas porque la mayoría de ellas luce delicadas flores en forma de trompetas de tonalidades en su mayoría color violeta, aunque también hay especies con flores blancas y de color rosa. Desde el punto de vista ornamental, la especie Jacaranda mimosifolia es la más ampliamente usada.

Pon una Jacaranda en tu vida.

Aunque las jacarandas en las ciudades suelen ser una planta de amores u odios (¿qué bonitas flores? o ¡como se pegan las flores en los zapatos!), por la gran cantidad de flores que producen, lo que generalmente desconocemos es que estas plantas no son solo de uso ornamental. Las jacarandas tienen compuestos con demostrados usos farmacológicos. Estas plantas han sido empleadas en el tratamiento de enfermedades tropicales, problemas de la piel, infecciones venéreas e incluso resfriados, reumatismos y desórdenes gastrointestinales.

Paseo de Jacarandas en flor.
Paseo de Jacarandas en flor.

La importancia económica de esta especie radica en su rápido crecimiento y la fácil comercialización de su madera, la cual es usada para ebanistería y para la producción de pulpa para papel. Sus frutos también son ampliamente utilizados en la elaboración de artesanías.

Artesanías hechas con los frutos de Jacaranda. Imágenes de Joyarte Accesorios.
Artesanías hechas con los frutos de Jacaranda. Imágenes de Joyarte Accesorios.

La biología y ecología de las Jacarandas.

Las jacarandas son árboles caducifolios que suelen tener uno o dos periodos de exuberantes floraciones al año. Su producción de frutos ocurre frecuentemente una vez al año y son unos árboles muy prematuros, algunas especies pueden comenzar a florecer entre el primer y el segundo año de vida. Sus frutos son cápsulas aplanadas lignificadas que asemejan hojas secas y que al abrirse contienen semillas hialinas voladoras. En sus hábitats de origen, las flores son fuentes de néctar para aves e insectos.

 Estos frutos suelen abrirse solos, pero si los intentáis abrir vosotr@s, veréis que son extremadamente duros. Sin embargo, en sus zonas de origen, existen especies de Loros con un pico tan fuerte que son capaces de abrirlos.

Especie de Periquito Verde (Brotogeris tirica) en una rama de Jacaranda. Foto de Claudia Komesu.
Especie de Periquito Verde (Brotogeris tirica) en una rama de Jacaranda. Foto de Claudia Komesu.

Al nombre de Jacaranda o Jacarandá se le asocian diferentes significados. Por ejemplo, Jacaranda en guaraní significa madera dura. Sin embargo, este nombre común también podría derivar del de una población del estado brasileño de Bahía llamada Jacarancy. Adicionalmente, la palabra Jacaranda podría tener relación con la palabra “yacaranda” que, al parecer, es un término portugués que significa “olor fuerte”.

La Jacaranda y la lírica.

Las jacarandas se mencionan con mucha frecuencia en canciones y textos literarios del continente americano. De hecho existe una curiosa historia de una canción compuesta por el poeta mexicano Mario Molina Montes, la cual parece que fue inspirada en la actriz Elizabeth Taylor y que relacionó el color de las flores de las Jacarandas con el de los ojos de esta bella mujer.

“Te quiero por bonita y por tu cara extraña

Te quiero por tus ojos de jacaranda en flor…”

Por su parte, el escritor mexicano Alberto Ruy-Sánchez relató:

“La flor de la Jacaranda es una copa sonriente, algo torcida, como un beso que se vuelve mordida”.

Las jacarandas también se conocen con otros nombres como Gualandayes o Tarcos, y los tapices florales han inspirado canciones como “Cámbulos y Gualandayes” del colombiano Carlos del Valle:

Rojos se ponen los cámbulos,

azules los gualandayes

son orgullo de la tierra,

son la alegría del paisaje,

todos harán con sus flores alfombra para que pases”.

Y sinceramente, podríamos escribir bastantes más anécdotas y curiosidades de estos preciosos árboles, pero… mejor nos las guardamos para nuestros paseos por jardines 😉