Normalmente dedicamos nuestra sección de Ecoturismo por el Mundo a descubrir enclaves naturales por todo el mundo, pero en esta ocasión no queremos alejarnos mucho. De hecho, por momento estaremos dentro del territorio nacional, pero por otros momentos no.

Para llegar al Ibón de Estanés, lo haremos saliendo de Francia. Dentro del gran Parc National des Pyrénées, en la cordillera de los Pirineos, nos dirigimos a la Centrale hydroélectrique d´Estaëns. Su salto del agua que baja de los grandes picos de este macizo fronterizo nos da la bienvenida y nos sirve como referencia para iniciar una ruta que nos va a hacer cambiar de país varias veces.

Por primera vez dedicamos nuestro Ecoturismo por el Mundo a una ruta, en vez de a un lugar en concreto. Vamos allá.

Vistas pirenáicas desde lo alto de la ladera que nos lleva al Ibón de Estanés.
Vistas pirenáicas desde lo alto de la ladera que nos lleva al Ibón de Estanés.

Partiendo de Francia

Iniciamos nuestra andadura subiendo por la carretera que continúa de la central hidroeléctrica. Numerosos carteles informativos se cruzan en nuestro camino. Muchos de ellos avisando de las prohibiciones y de lo que está permitido dentro del Parque. Una muestra de la concienciación y de las buenas prácticas por las que este país aboga. Durante esta parte del sendero, el agua baja por cualquier formación en forma de canal que el hombre o la naturaleza haya podido crear. Tuve la suerte de hacer esta ruta en Julio, por lo que muchas de las especies estaban en su mejor momento de floración, y así lo demostraban muchas especies de cardos, especies del género Phyteuma y algunas orquídeas como Dactylhorriza maculata.

Dactylhorriza maculata en flor.
Dactylhorriza maculata en flor.

Una vez salimos de la espesura del monte, nos encontramos con otros de los ecosistemas con gran protagonismo durante la época estival. Los pastos de montaña ebullen un verde vivo siendo la delicia de muchos herbívoros. Estos pastos son también ricos en gramíneas, especies del género Carex, y algún que otro arbusto que, por su carácter tóxico, ha conseguido aguantar y crecer por encima del pasto. Es el caso de la bella Daphne laureola. Mientras que vamos viendo todas estas especies, sin darnos cuenta, entramos en España.

Daphne laureola en fruto.
Daphne laureola en fruto.

Y en la otra ladera, el Ibón de Estanés.

Seguimos subiendo un poquito más hasta que encontramos el cambio de ladera. Y justo cuando nos asomamos a ver qué nos depara esta nueva ladera, llega la gran sorpresa. El Ibón de Estanés ante nuestros ojos.

Vistas del Ibón de Estanés.
Vistas del Ibón de Estanés.

Uno de esas lagunas de origen glaciar que durante el verano se hace visitable por la mayor probabilidad de tener unas condiciones ambientales bondadosas. Llegado a este punto, hay muchas opciones. Podemos pegarnos un baño en las frías aguas del Ibón de Estanés si la climatología lo permite. Podemos sentarnos en los pastos que lo bordean y comer un pequeño almuerzo. Y también podemos seguir el sendero y bordear el Ibón. Si optamos por esta última opción, nos podremos encontrar con zonas encharcadas donde aparecen especies adaptadas a la presencia permanente de agua en un medio mayoritariamente anóxico.

Los paisajes circundantes del Ibón de Estanés son para no parar de admirarlos.
Los paisajes circundantes del Ibón de Estanés son para no parar de admirarlos.

Seguimos rodeando el Ibón de Estanés hasta que siguiendo un pequeño cauce de agua, nos vamos alejando de este lugar para seguir nuestra senda y volver a entrar a Francia.

El Barranco de Aspe (Gave d´Aspe) antes de llegar a Candanchú.

Comienza una de las partes más complejas de la senda. No es difícil, pero es verdad que hay ciertos puntos donde la senda se estrecha y se necesita de cierta pericia para pasar algunos pasos. De hecho, el momento en el que hay que sobrepasar el Barranco de Aspe y una pedriza posterior puede ser el punto más problemático por dos motivos. Primer lugar porque hay que pasar una zona de rocas y luego pasar la pedriza en la que si sufres de vértigo, es posible que puedas pasarlo un poco mal. Pero es un trozo corto y merece la pena pasar este pequeño tramito por poder disfrutar del resto de la ruta y de los paisajes que el Ibón de Estanés nos brinda.

Las aguas del Barranco de Aspe nos cortan el camino y nos obligan a sortearlas.
Las aguas del Barranco de Aspe nos cortan el camino y nos obligan a sortearlas.

Pero antes de llegar al final de nuestra ruta, todavía nos faltaba por disfrutar de una de las plantas más icónicas del Pirineo. Su Lirio, el Lirio de los Pirineos (Lylium pyrenaicum), que estaba en plena floración. Os dejamos una foto de esta flor para que podáis disfrutar de todos sus detalles. Y es que poder tener tiempo para disfrutar de todas las flores que podremos observar durante la ruta es casi una obligación. A la vez, esta diversidad de flores nos puede dar una idea de la gran biodiversidad que los Pirineos alberga. Descubre aquí el atlas de la flora del Pirineo.

Buscar las flores de Lylium pyrenaicum puede ser otra excusa viable para disfrutar del Ibón de Estanés.
Buscar las flores de Lylium pyrenaicum puede ser otra excusa viable para disfrutar del Ibón de Estanés.

Tras toda la colección de especies, paisajes, momentos y fotos que nos ha brindado la ruta, llegamos a la estación de esquí de Candanchú, con un aspecto casi fantasmagórico en verano, pero que nos marca el final de nuestra ruta.

Los tomillares de Thymus praecox nos dan la despedida antes de llegar al punto final de la ruta.
Los tomillares de Thymus praecox nos dan la despedida antes de llegar al punto final de la ruta.

La ruta del Ibón de Estanés es una de las innumerables rutas que los Pirineos aguardan, y es una de las más bellas para disfrutar de su biodiversidad, de sus paisajes y su naturaleza. ¿Os gustaría que propusiéramos una escapada para disfrutar de estos paisajes? Descubre nuestras próximas escapadas.

Si bien es cierto que nuestra cooperativa se llama Turismo Botánico, no es menos cierto que las plantas son la «excusa» perfecta para poder hablar de toda la naturaleza de un lugar. Los pasados días 25, 26 y 27 de Enero, aprovechando la festividad de Santo Tomás de Aquino, nos fuimos a conocer esas zonas espectaculares que la provincia de Málaga tiene en su interior, y en las que las rocas son las protagonistas, pero las plantas también juegan un papel primordial. El Caminito del Rey y el Torcal de Antequera nos esperaban.

El paseo por el Caminito del Rey fue un espectáculo.
El paseo por el Caminito del Rey fue un espectáculo.

Empezamos por la Laguna de Fuente Piedra.

En un principio, esta laguna iba a ser la protagonista en el último día de nuestra escapada, pero debido a la mala previsión meteorológica, decidimos dejar el Torcal para el último día y visitar la laguna este primer día.

Una de las lagunas endorréicas más grandes de Europa delante nuestra. Si bien es cierto que el tiempo no acompañaba, igualmente tuvimos la suerte de poder observar una gran cantidad de aves. Entre ellos, los famosos flamencos de Fuente Piedra que estuvieron un poco tímidos, pero que pudimos ver a la distancia. Un añadido que tiene este espacio es que su centro de visitantes es super completo, por lo que al menos esta parte si que la pudimos disfrutar sin mal tiempo.

Paseo por la laguna de Fuente Piedra.
Paseo por la laguna de Fuente Piedra.

Ese mismo día por la tarde, tocaba conocer el pueblo de Antequera. La verdad es que ya nos ha pasado otras veces, y es que los pueblos cambian mucho cuando se visitan de noche, y la iluminación hace que todo parezca diferente. Como dos pueblos diferentes.

Visita nocturna a Antequera.
Visita nocturna a Antequera.

El Caminito del Rey y los dólmenes de Antequera.

El segundo día de nuestra escapada era el que teníamos para recorrer el famoso Caminito del Rey. Pero antes de eso, tuvimos tiempo para poder disfrutar de otros de los elementos de valor que la ciudad de Antequera tiene para ofrecernos.

Construcciones muuuy antiguas que uno se pone a pensarlo en cómo lo hicieron. La verdad es que el lugar es espectacular, y solamente pensar en la metodología para mover tales moles de piedra es ya un ejercicio de imaginación impresionante. Pero además, al descubrirlo, al saber que nada estaba puesto al azar, la imaginación ya se desborda. Estar dentro disfrutando de estos dólmenes es altamente recomendable y así lo hicimos.

Los dólmenes de Antequera en todo su apogeo.

Y llegó el momento. El Caminito del Rey ante nosotros. El cañón excavado por el río Guadalhorce que una vez se vió como la única vía para que el tren pudiera atravesar el macizo malagueño central, iba a guiar nuestros pasos en los próximos kilómetros. Las paredes de piedra vertical que antaño eran recorridas por una pasarela de lo más peligrosa (para los más aventureros), hoy en día se han convertido en una atracción turística visitada por muchas personas sin necesidad de estar preparado físicamente. Y es que, aunque el riesgo del caminito del rey actual sea menor, no le quita espectacularidad y algo de adrenalina.

Podríamos hablar de las plantas que ibamos viendo, pero con sinceridad, ante tal paisaje, no era fácil focalizar nuestra vista más que en el gran desfiladero y nuestro oido más que en el sonido feroz del agua que corría a varias decenas de metros bajo nuestros pies.

El último puente colgante que vaticina el final del sendero del Caminito del Rey.
El último puente colgante que vaticina el final del sendero del Caminito del Rey.

Una vez terminado el Caminito del Rey, ya solo quedaba reponer fuerzas y disfrutar de los paisajes malagueños que el atardecer nos brindaba mientras que volvíamos de camino a nuestro hotel.

El Torcal de Antequera y su paisaje extraterrestre.

Y nuestro último día de la escapada llegó. Este debía haber sido el aperitivo del viaje, pero las condiciones meteorológicas nos obligaron a dejarlo de postre. Pero qué postre… El Torcal de Antequera nos esperaba para descubrirlo por la vertiente menos visitada. Todo un lujo.

Durante unos 5 kms pudimos recorrer los paisajes de piedra que el tiempo caprichosamente ha ido esculpiendo. Mientras que caminabamos, como si de nubes se tratase, ibamos adivinando a que se parecía esta roca o aquella otra. Y en los resquicios entre roca, ahí estaba la vegetación superviviente en un lugar de apariencia hostil, pero que ha albergado la presencia de flora, fauna y seres humanos desde hace mucho tiempo.

Alguna de las vistas que se gasta el Torcal de Antequera.
Alguna de las vistas que se gasta el Torcal de Antequera.

Al terminar nuestro viaje, regresamos acongojados por la impotente presencia de las rocas, con el Caminito del Rey en la memoria, y con las piedras sobre piedras del Torcal de Antequera todavía en la retina. Sin duda, un viaje que volveremos a repetir. 

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Si uno sigue la cuenta de Interrail en Instagram, notará una serie de paisajes que se repiten cuando llega el verano, que no son tanto playas paradisíacas y puestas de sol. Entre ellos, quizás el mas reiterado es fácilmente reconocible: un lago en medio de altas montañas boscosas, con una isla perfecta en medio, ocupada por una iglesia con un espigado campanario de estilo austríaco.

Se trata de la postal típica del Lago Bled, en Eslovenia, la imagen mas conocida de un país que muchos sitúan en algún lugar indeterminado del Este de Europa, mas bien con poco que ver con el Mediterráneo. Sin embargo, la sorpresa que nos reserva el país es, precisamente, su perfecta mezcla entre el típico paisaje de montaña centroeuropeo y la radiante luz de la costa que queda pocos kilómetros mas allá.

El Lago Bled

Los Alpes del Mediterráneo

Los Alpes Julianos, llamados así porque fue el César quien estableció el control de Roma sobre la zona, son la parte mas sureña de la gran cordillera, junto a sus vecinos, los Dolomitas italianos. Su cara sur está apenas a 25 kilómetros en línea recta de la orilla mediterránea, y de ahí su clima suave y su extraordinaria biodiversidad, que combina paisajes de campiña, que podrían estar en la Toscana, con las grandiosas cumbres de roca rodeadas por bosques de hayas, abetos y alerces, y praderas de montaña donde crece, entre otras flores de las nieves, el edelweiss.

El país de las cuevas

A los amantes de la geología, o simplemente a aquellos que los espectaculares paisajes les hacen pensar sobre cómo han llegado a ser así, les sonará la palabra «karst». Kárstica es la forma en la que se erosionan las rocas calizas, disueltas lentamente por el agua de lluvia hasta formar cuevas, barrancos y otros fenómenos de derrumbe en el seno de las montañas. Pues bien, el Karst o Carso, en italiano, es la región entre Eslovenia e Italia donde, por su abundancia y perfección, se empezaron a estudiar estas formaciones y de donde les quedó el nombre. Hoy utilizamos en geología palabras eslovenas como dolina, poljé, ponor o lenar, que designan a tipos de erosiones calizas, por este mismo motivo.

Garganta Vintgar

El mundo subterráneo esloveno es descomunal, capaz de albergar catedrales en su interior.  Hay cuevas visitables por doquier, y la característica común son sus fantásticas proporciones y el muestrario de formaciones, de todos los tipos que se puedan encontrar en la roca caliza.

La de Predjama forma parte de un castillo empotrado en la montaña, y las de Postojna son las mas conocidas, ya que fueron de las primeras en ser habilitadas para la visita. Sin embargo, las de Skocjan son las que nos robaron el corazón. Imagínate la garganta de un río, la mas impresionante de aquellas en las que hayas estado en España. Métela bajo tierra. Así son las Cuevas de Skocjan.

Pero no todo está dentro de la cueva. Al exterior, Skocjan es bucólico. El río crea cascadas, entra y sale del inframundo y se rodea, entre hondos desplomes, de un encantador bosque.

Agua para la acción y para el reposo

Los Alpes son montañas vivas, que todavía siguen creciendo y que están en permanente destrucción y creación. El agua cae de las altas cumbres en cascadas con largas colas de caballo, como en Savica, o con un chorro impetuoso desde un voladizo, como la de Peričnik, para nosotros, la mas bonita de Eslovenia.

El agua excava cicatrices cuando llega mas abajo, de las que la Garganta de Vintgar se lleva la palma en popularidad, pero la de Pokljuka nos embruja en un paraje misterioso y apartado. El cañón del río Soça es la meca de los amantes de las aguas bravas, pero caminarlo es, sin duda, mejor para apreciar la belleza de sus aguas turquesa, de una orilla a otra, sobre puentes colgantes. Al llegar a los valles, el agua se pacifica en paradisíacos lagos de origen glaciar, tocados por la gracia de las aguas termales en sus fondos, de modo que la temperatura es ideal para darse un chapuzón en verano.

Baño en el Lago Bohinj

Por si fuera poco, Eslovenia da muestras por todos lados de su antigua pertenencia al Imperio Austrohúngaro, salpicando sus valles con pequeños pueblos de arquitectura tirolesa, cual Radovljka; una capital, Ljubliana, en la que se respira la elegancia, vitalidad y sencillez de esta tierra; y una costa pegada al Adriático, donde las abigarradas villas costeras, como Piran, se disfrazan de Venecia sin canales.

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