Los sucesivos cañones del río Mundo y el Segura, casi paralelos a lo largo de la sierra de Albacete, son un doble foso que separan una misma comarca de montaña, cosida y descosida por estas dos fracturas terrestres. Ambos fueron frontera entre reinos musulmanes y cristianos durante años, hasta que los límites entre ambos quedaron establecidos un poco mas al sur, en el limite con Granada. Después, en torno al río Mundo se dibujaron los dominios de la ciudad de Alcaraz, mas “manchegos” y, en torno al Segura, los de la poderosa Orden de Santiago, religiosa y guerrera, mas “murcianos”. Ambos son hoy escenario de otra guerra, la de la desertificación que avanza hacia el norte y que, no sabemos por cuanto tiempo, gana la Sierra.

Cañón del Segura
El Cañón del Segura desde La Longuera

Un pueblo-manantial

El antiguo camino que atraviesa el Cañón del Segura entre Letur y Elche de la Sierra ya es uno de los recorridos habituales de Turismo Botánico, porque tiene de todo lo que nos gusta, aquello que habla de una buena relación de los humanos con la Naturaleza. En primer lugar, el aprovechamiento de las aguas que rezuman de Letur, un pueblo-manantial, una esponja de piedra en la que los musulmanes tallaron una red de acequias que abraza la villa. Pura vida que se derrama por la piscina natural de Las Canales o el Charco Pataco, entre otros lugares, por uno de los cascos antiguos moriscos mejor conservados de España.

Panorámica de Letur
Letur

Frutos antiguos

El valle del Arroyo de Letur, que desemboca en el Segura, nos muestra un paisaje cultivado de un enorme valor. La belleza de los campos mediterráneos cultivados, los árboles de «provecho», los almendros, los olivos y aquellas especies olvidadas, frutales antiguos como el serbal, los acerolos o los azufaifos, de los que aún quedan algunos, sembrados quizás, y perdidos, por las mismas tribus del norte de África que se instalaron aquí hace mas de 1 300 años.

Valle de Letur
Valle de Letur

Las aguas, que vienen desde los Calares de Incol y del Cerezo, siguen su camino, valle abajo, hasta la estrecha garganta que salva la Sierra del Regalí. Podríamos haberla franqueado por lo alto, para bajar al Segura por la Senda del Caracol, despacito y serpenteando de un lado a otro, como estos moluscos, pero nuestro camino es el mismo que el del agua, que nos brinda rincones como la cascada de Los Pradillos, un espacio tan bonito que ya nadie se acuerda que no es de origen natural, sino la presa, tomada por la naturaleza, que servía a una pequeña central eléctrica. Algo mas arriba, el agua fue utilizada para mover la maquinaria de las fábricas de papel de Letur, a partir del siglo XVIII.

Jacobeo serrano

Nuestro camino es Camino Santiaguista, el que unía las Encomiendas de la Orden de Santiago de esta gran comarca natural de montaña entre las sierras de Murcia, Jaén y el sur de Albacete, hasta La Mancha y Uclés, donde está su castillo convento, apenas a cien kilómetros de Madrid.

No es demasiado imaginar que este fuera también Camino de Santiago desde Cartagena, pasando, además, por Caravaca de la Cruz, con lo que se unirían a pie los dos principales puntos de peregrinación de España. Fuera como fuera, el paisaje es el mismo que vieron los soldados, peregrinos, mendigos, arrieros o labradores de la Edad Media.

Cascada de Letur
Cascada de Los Pradillos

Al final, abandonamos ese antiquísimo camino, seducidos por el cañón del río Segura, Zona de Especial Conservación de la Red Natura 2000, de especial protección para las aves rapaces que anidan en sus canteros, especialmente la amenazadísima águila perdicera. El pinar se cierra y se vuelve frondoso y mágico, enmarañado por las zarzaparrillas, y nos conduce a dos ecoaldeas en las que no extraña que hayan buscado refugio algunas gentes que tratan de encontrarse con el equilibrio de estos paisajes.

¿Podría ser La Longuera uno de los paisajes agrícolas más bonitos del Sureste?. Como mínimo, ostenta el título de cultivar los arrozales a mayor altitud de Europa, de forma ecológica.

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“¡Cuidado! Que hay ortigas” o “¡No toques las ortigas!” Estas son algunas de las frases que recuerdo de cuando era pequeño e, inocentemente, me disponía a tocar esa hierbas con hojas de borde dentado y de un color verde que para nada parece amenazante. Ahora que ha pasado el tiempo, entiendo esos mensajes de precaución por el malestar que provoca en la piel estas ortigas en forma de irritación. Pero por suerte, las ortigas tienen una infinidad de bondades que las hacen ser las protagonistas de la Wikiflora de este mes. .

Vairas ortigas naciendo. Foto: http://suplementacionactiva.blogspot.com
Vairas ortigas naciendo. Foto: http://suplementacionactiva.blogspot.com

Ya el nombre de la familia nos da una pista.

Las ortigas pertenecen a la familia Urticaceae. Ya nos está advirtiendo de sus efectos. Pero bueno, dentro de esta familia se agrupan 54 géneros siendo uno de ellos el género Urtica. Es dentro de este género donde se agrupan las ortigas existiendo 53 especies de ortigas descritas en todo el mundo. Desde la Urtica ferox de Nueva Zelanda, hasta la Urtica dubia que se puede encontrar en Canadá. .

Muchas de estas ortigas tiene unos pelos urticantes que tienen la forma de pequeñas ampollas llenas de líquido que al contacto con la piel, provoca una irritación debido a la acción del ácido fórmico. Una de las más comunes en la zona mediterránea es Urtica dioica. Las podemos encontrar en zonas de huerta y regadío, y se distinguen muy bien del resto de “malas hierbas” por sus hojas de borde dentado.

Ortiga común (Urtica dioica) en flor. Foto: plantasflores.com
Ortiga común (Urtica dioica) en flor. Foto: plantasflores.com

Y detrás de la irritación, los numerosos beneficios de las ortigas.

Si nos pusiéramos a definir los principios activos que tienen las ortigas conformaríamos una lista bastante generosa. Cada uno de esos principios activos es una posibilidad de que las ortigas tengan una función para el ser humano. Hablaremos de algunos de estos beneficios.

Con la infinidad de nutrientes que proporcionan las ortigas, y que muchos de ellos son antioxidantes para el ser humano, se pueden tratar lumbagos y dolencias musculares. Actúan bajando los niveles de azúcar en sangre, favorecen la absorción de hierro (buenas contra la anemia) y son buenas a nivel depurativo y a nivel dermatológico. También se usan para el tratamiento de artritis, hemorroides, cuadros alérgicos, etc.

Ortigas beneficiosas en jardinería.

Podríamos seguir describiendo las bondades de las ortigas, pero lo realmente cierto es que no solamente hablamos de beneficios para la salud humana. El mundo de la jardinería también se puede nutrir y mucho, de los beneficios de las ortigas y de sus principios activos.

A este respecto, extractos o preparados de ortigas tienen un gran valor como fertilizantes, fungicidas e insecticidas. Y es que el purín de ortiga es un remedio casero y ecológico que aprovecha los componentes de esta planta para permitir el crecimiento de bacterias que van a conformar un compuesto comúnmente llamado purín de ortiga, y que tiene diversas propiedades. El tiempo normal para que el purín de ortiga esté listo es de 15 días, pero ya con pocos días lo podemos incorporar a la tierra siendo un perfecto fertilizante. Una vez pasados 15 días de acción bacteriana, ya tendríamos nuestro insecticida creado y listo para ayudarnos en la lucha contra las plagas. Si quieres saber más de como hacer este purín de ortiga, puedes venir a nuestro taller de plantas que curan plantas. Consulta las fechas aquí.

Aspecto del purín de ortiga a los pocos días de comenzar la preparación. Foto: http://elterrao-dosurbanitasenelcampo.blogspot.com
Aspecto del purín de ortiga a los pocos días de comenzar la preparación. Foto: http://elterrao-dosurbanitasenelcampo.blogspot.com

Por lo tanto, podemos aprender una lección. Por lo general, los principios activos y los compuestos de las plantas que podemos pensar que son dañinos para nosotros, sabiendo utilizarlos y aplicarlos, pueden tener muchísimos beneficios en nuestro día a día. Solamente hay que saber usarlos 🙂