Vemos a niños jugar en piscinas de pelotas, otros pequeños se entretienen con las aplicaciones de teléfonos móviles, algunos hermanos corretean al interior de una casa…
En la historia de la humanidad, nunca antes los niños habían tenido menos contacto con la naturaleza como en la actualidad. De hecho, existen estadísticas claras que demuestran que los niños pasan ahora menos tiempo jugando al aire libre y explorando la naturaleza, comparado con lo que hacían generaciones anteriores. Y es justamente a ese fenómeno que involucra la falta de contacto directo con la naturaleza al que el Doctor Pyle, hace más de 40 años, denominó como la “extinción de las experiencias”.
La importancia de las experiencias en la naturaleza desde la niñez.
Recientemente, el Dr. Masashi Soga y sus colegas, con base en las ideas del Dr. Pyle, publicaron una investigación en la que tenían como objetivo encontrar si la pérdida de interacciones de las personas con la naturaleza estaba relacionada con una pobre apreciación del mundo natural. Para ello, los investigadores entrevistaron a 225 estudiantes en Tokio, obteniendo como resultado que el contacto frecuente con la naturaleza en la niñez estaba positivamente relacionado con la conexión emocional con la misma y con las percepciones de los estudiantes sobre la naturaleza de sus vecindarios.

Los investigadores sugieren que dada la rápida disminución en el contacto diario de los niños con la naturaleza, es probable que la apreciación pública del valor del mundo natural también disminuya gradualmente. Este hallazgo pone de manifiesto los grandes obstáculos que impone la vida moderna cada vez más tecnificada para afrontar las problemáticas ambientales globales. En este sentido, la conexión de las personas con la naturaleza no solo debería ser una decisión personal, sino que tendría que ser parte de las políticas públicas que van ligadas a la conservación de nuestros recursos naturales y los ecosistemas que los albergan.
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