Normalmente dedicamos nuestra sección de Ecoturismo por el Mundo a descubrir enclaves naturales por todo el mundo, pero en esta ocasión no queremos alejarnos mucho. De hecho, por momento estaremos dentro del territorio nacional, pero por otros momentos no.

Para llegar al Ibón de Estanés, lo haremos saliendo de Francia. Dentro del gran Parc National des Pyrénées, en la cordillera de los Pirineos, nos dirigimos a la Centrale hydroélectrique d´Estaëns. Su salto del agua que baja de los grandes picos de este macizo fronterizo nos da la bienvenida y nos sirve como referencia para iniciar una ruta que nos va a hacer cambiar de país varias veces.

Por primera vez dedicamos nuestro Ecoturismo por el Mundo a una ruta, en vez de a un lugar en concreto. Vamos allá.

Vistas pirenáicas desde lo alto de la ladera que nos lleva al Ibón de Estanés.
Vistas pirenáicas desde lo alto de la ladera que nos lleva al Ibón de Estanés.

Partiendo de Francia

Iniciamos nuestra andadura subiendo por la carretera que continúa de la central hidroeléctrica. Numerosos carteles informativos se cruzan en nuestro camino. Muchos de ellos avisando de las prohibiciones y de lo que está permitido dentro del Parque. Una muestra de la concienciación y de las buenas prácticas por las que este país aboga. Durante esta parte del sendero, el agua baja por cualquier formación en forma de canal que el hombre o la naturaleza haya podido crear. Tuve la suerte de hacer esta ruta en Julio, por lo que muchas de las especies estaban en su mejor momento de floración, y así lo demostraban muchas especies de cardos, especies del género Phyteuma y algunas orquídeas como Dactylhorriza maculata.

Dactylhorriza maculata en flor.
Dactylhorriza maculata en flor.

Una vez salimos de la espesura del monte, nos encontramos con otros de los ecosistemas con gran protagonismo durante la época estival. Los pastos de montaña ebullen un verde vivo siendo la delicia de muchos herbívoros. Estos pastos son también ricos en gramíneas, especies del género Carex, y algún que otro arbusto que, por su carácter tóxico, ha conseguido aguantar y crecer por encima del pasto. Es el caso de la bella Daphne laureola. Mientras que vamos viendo todas estas especies, sin darnos cuenta, entramos en España.

Daphne laureola en fruto.
Daphne laureola en fruto.

Y en la otra ladera, el Ibón de Estanés.

Seguimos subiendo un poquito más hasta que encontramos el cambio de ladera. Y justo cuando nos asomamos a ver qué nos depara esta nueva ladera, llega la gran sorpresa. El Ibón de Estanés ante nuestros ojos.

Vistas del Ibón de Estanés.
Vistas del Ibón de Estanés.

Uno de esas lagunas de origen glaciar que durante el verano se hace visitable por la mayor probabilidad de tener unas condiciones ambientales bondadosas. Llegado a este punto, hay muchas opciones. Podemos pegarnos un baño en las frías aguas del Ibón de Estanés si la climatología lo permite. Podemos sentarnos en los pastos que lo bordean y comer un pequeño almuerzo. Y también podemos seguir el sendero y bordear el Ibón. Si optamos por esta última opción, nos podremos encontrar con zonas encharcadas donde aparecen especies adaptadas a la presencia permanente de agua en un medio mayoritariamente anóxico.

Los paisajes circundantes del Ibón de Estanés son para no parar de admirarlos.
Los paisajes circundantes del Ibón de Estanés son para no parar de admirarlos.

Seguimos rodeando el Ibón de Estanés hasta que siguiendo un pequeño cauce de agua, nos vamos alejando de este lugar para seguir nuestra senda y volver a entrar a Francia.

El Barranco de Aspe (Gave d´Aspe) antes de llegar a Candanchú.

Comienza una de las partes más complejas de la senda. No es difícil, pero es verdad que hay ciertos puntos donde la senda se estrecha y se necesita de cierta pericia para pasar algunos pasos. De hecho, el momento en el que hay que sobrepasar el Barranco de Aspe y una pedriza posterior puede ser el punto más problemático por dos motivos. Primer lugar porque hay que pasar una zona de rocas y luego pasar la pedriza en la que si sufres de vértigo, es posible que puedas pasarlo un poco mal. Pero es un trozo corto y merece la pena pasar este pequeño tramito por poder disfrutar del resto de la ruta y de los paisajes que el Ibón de Estanés nos brinda.

Las aguas del Barranco de Aspe nos cortan el camino y nos obligan a sortearlas.
Las aguas del Barranco de Aspe nos cortan el camino y nos obligan a sortearlas.

Pero antes de llegar al final de nuestra ruta, todavía nos faltaba por disfrutar de una de las plantas más icónicas del Pirineo. Su Lirio, el Lirio de los Pirineos (Lylium pyrenaicum), que estaba en plena floración. Os dejamos una foto de esta flor para que podáis disfrutar de todos sus detalles. Y es que poder tener tiempo para disfrutar de todas las flores que podremos observar durante la ruta es casi una obligación. A la vez, esta diversidad de flores nos puede dar una idea de la gran biodiversidad que los Pirineos alberga. Descubre aquí el atlas de la flora del Pirineo.

Buscar las flores de Lylium pyrenaicum puede ser otra excusa viable para disfrutar del Ibón de Estanés.
Buscar las flores de Lylium pyrenaicum puede ser otra excusa viable para disfrutar del Ibón de Estanés.

Tras toda la colección de especies, paisajes, momentos y fotos que nos ha brindado la ruta, llegamos a la estación de esquí de Candanchú, con un aspecto casi fantasmagórico en verano, pero que nos marca el final de nuestra ruta.

Los tomillares de Thymus praecox nos dan la despedida antes de llegar al punto final de la ruta.
Los tomillares de Thymus praecox nos dan la despedida antes de llegar al punto final de la ruta.

La ruta del Ibón de Estanés es una de las innumerables rutas que los Pirineos aguardan, y es una de las más bellas para disfrutar de su biodiversidad, de sus paisajes y su naturaleza. ¿Os gustaría que propusiéramos una escapada para disfrutar de estos paisajes? Descubre nuestras próximas escapadas.

Si uno sigue la cuenta de Interrail en Instagram, notará una serie de paisajes que se repiten cuando llega el verano, que no son tanto playas paradisíacas y puestas de sol. Entre ellos, quizás el mas reiterado es fácilmente reconocible: un lago en medio de altas montañas boscosas, con una isla perfecta en medio, ocupada por una iglesia con un espigado campanario de estilo austríaco.

Se trata de la postal típica del Lago Bled, en Eslovenia, la imagen mas conocida de un país que muchos sitúan en algún lugar indeterminado del Este de Europa, mas bien con poco que ver con el Mediterráneo. Sin embargo, la sorpresa que nos reserva el país es, precisamente, su perfecta mezcla entre el típico paisaje de montaña centroeuropeo y la radiante luz de la costa que queda pocos kilómetros mas allá.

El Lago Bled

Los Alpes del Mediterráneo

Los Alpes Julianos, llamados así porque fue el César quien estableció el control de Roma sobre la zona, son la parte mas sureña de la gran cordillera, junto a sus vecinos, los Dolomitas italianos. Su cara sur está apenas a 25 kilómetros en línea recta de la orilla mediterránea, y de ahí su clima suave y su extraordinaria biodiversidad, que combina paisajes de campiña, que podrían estar en la Toscana, con las grandiosas cumbres de roca rodeadas por bosques de hayas, abetos y alerces, y praderas de montaña donde crece, entre otras flores de las nieves, el edelweiss.

El país de las cuevas

A los amantes de la geología, o simplemente a aquellos que los espectaculares paisajes les hacen pensar sobre cómo han llegado a ser así, les sonará la palabra «karst». Kárstica es la forma en la que se erosionan las rocas calizas, disueltas lentamente por el agua de lluvia hasta formar cuevas, barrancos y otros fenómenos de derrumbe en el seno de las montañas. Pues bien, el Karst o Carso, en italiano, es la región entre Eslovenia e Italia donde, por su abundancia y perfección, se empezaron a estudiar estas formaciones y de donde les quedó el nombre. Hoy utilizamos en geología palabras eslovenas como dolina, poljé, ponor o lenar, que designan a tipos de erosiones calizas, por este mismo motivo.

Garganta Vintgar

El mundo subterráneo esloveno es descomunal, capaz de albergar catedrales en su interior.  Hay cuevas visitables por doquier, y la característica común son sus fantásticas proporciones y el muestrario de formaciones, de todos los tipos que se puedan encontrar en la roca caliza.

La de Predjama forma parte de un castillo empotrado en la montaña, y las de Postojna son las mas conocidas, ya que fueron de las primeras en ser habilitadas para la visita. Sin embargo, las de Skocjan son las que nos robaron el corazón. Imagínate la garganta de un río, la mas impresionante de aquellas en las que hayas estado en España. Métela bajo tierra. Así son las Cuevas de Skocjan.

Pero no todo está dentro de la cueva. Al exterior, Skocjan es bucólico. El río crea cascadas, entra y sale del inframundo y se rodea, entre hondos desplomes, de un encantador bosque.

Agua para la acción y para el reposo

Los Alpes son montañas vivas, que todavía siguen creciendo y que están en permanente destrucción y creación. El agua cae de las altas cumbres en cascadas con largas colas de caballo, como en Savica, o con un chorro impetuoso desde un voladizo, como la de Peričnik, para nosotros, la mas bonita de Eslovenia.

El agua excava cicatrices cuando llega mas abajo, de las que la Garganta de Vintgar se lleva la palma en popularidad, pero la de Pokljuka nos embruja en un paraje misterioso y apartado. El cañón del río Soça es la meca de los amantes de las aguas bravas, pero caminarlo es, sin duda, mejor para apreciar la belleza de sus aguas turquesa, de una orilla a otra, sobre puentes colgantes. Al llegar a los valles, el agua se pacifica en paradisíacos lagos de origen glaciar, tocados por la gracia de las aguas termales en sus fondos, de modo que la temperatura es ideal para darse un chapuzón en verano.

Baño en el Lago Bohinj

Por si fuera poco, Eslovenia da muestras por todos lados de su antigua pertenencia al Imperio Austrohúngaro, salpicando sus valles con pequeños pueblos de arquitectura tirolesa, cual Radovljka; una capital, Ljubliana, en la que se respira la elegancia, vitalidad y sencillez de esta tierra; y una costa pegada al Adriático, donde las abigarradas villas costeras, como Piran, se disfrazan de Venecia sin canales.

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Al sur de Ecuador, entre las ciudades de Loja y Zamora está el Parque Nacional Podocarpus. Un espacio natural de dimensiones casi como la isla de Fuerteventura, y que rebosa biodiversidad por todas partes. Su nombre viene dado por esta planta (Podocarpus) que es la única conífera nativa de Ecuador, y no por nada se le conoce como el punto caliente de biodiversidad de entre los puntos calientes de biodiversidad del mundo. No obstante, se pueden encontrar hasta 4000 especies de plantas en este Parque considerado también como el Jardín Botánico de América. Debido a estos números, «sólo» os voy a hablar de dos sectores dentro del parque, muy diferentes pero de gran belleza.

Las imponentes laderas del PN Podocarpus.
Las imponentes laderas del PN Podocarpus.

Bombuscaro, uno de los ríos que atraviesa el PN Podocarpus.

Accediendo al PN Podocarpus por la ciudad de Zamora, entramos de lleno en la zona de influencia del río Bombuscaro. Nos situamos a unos 2000 metros sobre el nivel del mar y un bosque tropical húmedo se extiende delante de nosotros. Para que os hagáis una idea, en tres hectáreas de terreno nos podemos encontrar hasta 180 especies diferentes de árboles.

De entre los numerosos cursos de agua que se cruzan a nuestro camino, existe una formación hidrogeomorfológica que es objeto de numerosos selfies y fotos. La cascada de La Poderosa es un salto de agua descomunal que acaba en una poza donde l@s más valientes pueden atreverse a darse un baño. Yo no fui capaz, pero intentando rellenar las botellas de agua de la cascada me moje más o menos como si me hubiera bañado.

Yo intentando rellenar una botella de agua y además, sirviendo de referencia para demostrar las dimensiones de la cascada.
Yo intentando rellenar una botella de agua y además, sirviendo de referencia para demostrar las dimensiones de la cascada.

Otro sendero te acerca hasta las orillas del río Bombuscaro. Una brecha de agua que rompe el continuo verde del PN Podocarpus. El agua fluye de manera torrencial, tanto que puede llegar a asustar como serán las crecidas de este río. Bajar a las orillas del río te permite poder tener vistas del paisaje que no son tan fáciles de poder disfrutar de ellas cuando se anda por los senderos debido a lo tupido de la vegetación.

Brecha creada por el río Bombuscaro en la tupida selva del PN Podocarpus.
Brecha creada por el río Bombuscaro en la tupida selva del PN Podocarpus.

Cajanuma, el acceso al PN Podocarpus desde Loja.

La ciudad de Loja se encuentra a mayor altitud que Zamora, por lo que si accedemos al PN Podocarpus nos encontraremos a más de 2000 metros sobre el nivel del mar. De hecho, conforme vamos subiendo por el camino que nos lleva al centro administrativo del Parque vemos como las formaciones vegetales van cambiando. Una vez que llegamos al inicio del sendero de los miradores, estamos en el límite superior del bosque. Y allá fuí, en busca del mirador de Cajanuma.

El PN Podocarpus delante de mí desde Cajanuma
El PN Podocarpus delante de mí desde Cajanuma.


Conforme nos vamos acercando, los árboles desaparecen. Estamos a casi 3000 metros de altitud. Las condiciones ambientales son bastante limitates y las especies de matorral se hacen las dueñas del territorio. Ante mi, el ecosistema de páramo. Desde mi punto de vista, una de las formaciones vegetales más bonitas (aunque para gustos los colores). Nos faltaría tiempo si listasemos las especies diferentes de flora que podemos encontrar en esta zona. Es una locura. Cada paso que damos nos muestra una nueva especie con una flor más bonita, con una morfología más interesante o con una adaptación más curiosa. Tanto tiempo estuve disfrutando de la naturaleza que rodeaba al mirador y de las magníficas vistas, que no pude seguir el sendero y tuve que volver por el mismo camino. Aún así, fue una mañana muy especial en un lugar único.

A estas altitudes, las nubes pueden ser protagonistas, pudiendo impedir la contemplación de las vistas
A estas altitudes, las nubes pueden ser protagonistas, pudiendo impedir la contemplación de las vistas.

Resumiendo, no es fácil llegar al PN Podocarpus, pero merece muchísimo la pena. Descubrirás un auténtico santuario para la naturaleza que amerita con creces las horas de viaje necesarias para llegar.

Y nuestros pasos nos llevan al Eastville Park de Bristol. Pero lo mejor de todo es que no era nuestro objetivo. De hecho, la ciudad de Bristol, en la costa contraria a Londres dentro de la isla de mayor tamaño del Reino Unido, es conocida por muchos motivos. Posiblemente el/la graffiter@ Banksy sea uno de los culpables de esta bien merecida fama.

Aspecto de la pradera de entrada en el EastVille Park.
Aspecto de la pradera de entrada en el EastVille Park.

Con el graffiti por bandera.

Aunque no sea el motivo de nuestra página, ni siquiera de este post, hay que hacer una mención especial a la expresión cultural imperante en la ciudad de Bristol. La ciudad del graffiti. Tanto es así que el propio ayuntamiento lo ha apoyado creando concursos internacionales y permitiendo su expresión en grandes edificios.

Tanto es así que los tours se amontonan para enseñar todas las obras de arte. Pero sin duda, lo que más busca el turista son los dibujos del que posiblemente es el graffitero (o graffitera) más famos@. Banksy es oriundo de esta ciudad, y aunque ha creado el recelo de muchos compañeros de profesión, no se puede negar que ha llevado el arte del graffiti a otro nivel.

Uno de los graffitis más famosos de Banksy en Bristol.
Uno de los graffitis más famosos de Banksy en Bristol.

De la decepción, al Eastville Park

Y si sigues los pasos de los Banksys de Bristol, llegarás al más alejado del centro. Un simio con antifaz que se han encargado de borrar y que puede crear una cierta decepción después de tanto tiempo andando (o en bus). Pero que no te decepcione este hecho porque muy cerca te puedes encontrar con una sorpresa verde que bien merece la pena visitar.

Y desde la pradera, los árboles que nos dan sombra y la pradera para tomar el sol.
Y desde la pradera, los árboles que nos dan sombra y la pradera para tomar el sol.

Y es que a pocos minutos tenemos el Eastville Park. Un parque de los muchos que te puedes encontrar en las islas británicas, pero que tiene una serie de aspectos que lo hacen bastante especial. Os lo presento.

Primero, la pradera del Eastville Park

Al entrar al parque, una enorme pradera se levanta delante tuya. Y es que ya seas amante de los deportes, de la relajación, o de la lectura, esta pradera se erige como un lugar ideal donde ir a pasar el tiempo y desconectar. De todas formas, si las condiciones ambientales no son del todo agradables, existen especies arbóreas que nos brindan sombra como robles y tilos.

Pero cuando se cree que esta pradera es todo lo que el Eastville Park puede ofrecer, solamente hay que continuar andando, descubrir, y bajar las cuestas que nos llevan a la otra parte del parque.

Y aunque haya mucha pradera en el EastVille Park, también hay paseos con arbolado.
Y aunque haya mucha pradera en el EastVille Park, también hay paseos con arbolado.

Y el lago del Eastville Park

Aprovechando la cercanía del Río Froome, a finales del siglo XIX el ayuntamiento de Bristol decidió destinar unas 30.000 libras para la creación de un nuevo parque. Un lugar que proporcionara a la población un espacio fresco y repleto de naturaleza. Se animaron con la creación de un lago que con el paso del tiempo se convertiría en un oasis de naturaleza en la periferia de Bristol.

Aspecto a principios de otoño del lago del EastVille Park.
Aspecto a principios de otoño del lago del EastVille Park.

Y es que se puede hablar de la vegetación circundante, la cual dependiendo de la época del año nos puede brindar una gran gama de colores. Además, muchas especies de fauna se han percatado de la frondosidad para utilizarlo como hogar o como lugar de paso. Tejones y zorros, diferentes especies de murciélagos, y como no, diversidad de aves propias de un bosque de ribera. Garza, martín pescador o pájaros carpinteros se pueden divisar con un paseo en silencio por el lugar. Tanto es así que una de las islas internas del lago.

Y así presenta la isla de los martines pescadores.
Y así presenta la isla de los martines pescadores.

Por lo tanto, si te acercas a Bristol por su arte callejero o por su cultura, no dejes de acercarte a este precioso lugar al Este de la ciudad de Bristol.

Si eres aquellos de los que disfruta sentir como se libera adrenalina por tu cuerpo mientras te adentras en una selva tropical… ¡Visitar la reserva natural de San Cipriano en el corazón del pacífico colombiano es la opción! En mi caso, he estado tan solo 3 veces en este fantástico lugar, pero sin duda no me cansaré de repetir la experiencia.

La frondosidad de la selva custodia los cursos de agua con toda su biodiversidad.
La frondosidad de la selva custodia los cursos de agua con toda su biodiversidad.

La reserva protectora de los ríos Escalerete y San Cipriano se encuentra a 40 minutos de Buenaventura y a dos horas y media desde Cali. La travesía comienza llegando en transporte público o transporte particular hasta el corregimiento de Córdoba.

Brujitas como medio de transporte.

En Latinoamérica es común que usemos o modifiquemos infraestructuras o herramientas que han sido elaboradas con otros propósitos con el fin de suplir nuevas necesidades. Pues bien, la manera de llegar a San Cipriano es mediante un vehículo que rueda por los rieles donde antiguamente pasaba el tren. Aunque a decir verdad, el vehículo del que les hablo es una artilugio un tanto improvisado denominado brujita, que se compone de un tablón con unas ruedas metálicas que encajan en la vía férrea la cual sostiene una banca donde se sientan los pasajeros y tiene adosada una motocicleta donde el conductor dirige el viaje.

Ciertamente, las brujitas no contemplan sistemas de seguridad con cinturones o bolsas de aire, pero si te garantizan el deleite de cruzar la verde selva la cual intensifica su color al dilatarse tus pupilas cuando atraviesas los oscuros túneles del tren durante el recorrido.

Las brujitas de San Cipriano. Toda una experiencia.
Las brujitas de San Cipriano. Toda una experiencia.

Las piscinas naturales o charcas de San Cipriano.

Una vez en el poblado de San Cipriano que se encuentra a unos 200 m de altitud, se tiene contacto inmediato con la amigable población local la cual vive en su mayoría del turismo y que insistirá para que contrates sus servicios como guianza, alimentación y alojamiento. En San Cipriano hay una buena cantidad de charcas o pozas naturales con profundidades hasta de 15 metros, por lo cual no es extraño encontrarse a personas con equipo para bucear. Las aguas de río son bien cristalinas y puedes ver y sentir gran cantidad de pececitos. Una vez allí puedes alquilar neumáticos para bajar por el río flotando, disfrutar de una agradable zambullida en diferentes partes del río o apreciar la naturaleza circundante por los senderos de la reserva natural que te conducen a cascadas y en los cuales puedes encontrarte una buena cantidad de aves, insectos e incluso serpientes.

Aspecto del río San Cipriano. Un lugar ideal para dejarse llevar por la corriente.
Aspecto del río San Cipriano. Un lugar ideal para dejarse llevar por la corriente.

La experiencia en San Cipriano es excepcional pero no es apta para todos los públicos. Los alojamientos del poblado son en general bastante austeras, las condiciones climáticas son cálidas y húmedas y el transporte en brujitas requiere de buena condición física y cierta temeridad. Así que si estás leyendo este post y crees que tienes el perfil para vivir este tipo de aventura, sin duda no dejes de hacer esta escapada natural en el corazón del Pacífico latinoamericano..

El desierto de Bledow (Bledowska). Os propongo hacer un viaje, o más bien dos. El primero es volar hasta Polonia, a un lugar no muy lejano de la ciudad de Varsovia. Y lo segundo es viajar en el tiempo hasta hace unos cuantos miles de años atrás. En aquel entonces los procesos de erosión glaciar provocaron una fuerte deposición de arenas. Esta sedimentación fue continua durante muchísimos años hasta alcanzar espesores de arena muy gruesas (hasta 40 metros de profundidad).

¿Quien dijo que los desiertos eran típicos de zonas cálidas? Veamos como ha ido evolucionando este enigmático lugar que podréis visitar en vuestro futuro viaje a Varsovia 🙂

Nota: Pido perdón si alguna palabra en polaco está mal escrita. Me resulta difícil encontrar ciertos símbolos en el teclado español.

El desierto de Bledow, que no siempre fue un desierto.

Pero aún cuando teníamos tal acumulación de arenas, con la retirada de los hielos, la temperatura en esta zona se suavizó y permitió que la vegetación comenzara a colonizar este paisaje. Las coníferas se convirtieron en las “reinas” de los bosques de lo que hoy es Europa, y el desierto de Bledow no fue una excepción. El arbolado empezó a dominar los paisajes y la biodiversidad se adaptó fácilmente a este lugar llegando a desarrollarse ecosistemas que seguro hoy en día somos incapaces de creer que podrían estar en este lugar.

Aspecto panorámico del Desierto de Bledow y sus bosques circundantes.
Aspecto panorámico del Desierto de Bledow y sus bosques circundantes.

Pero es cierto que, como muchos de los paisajes europeos, este territorio también sufrió la mano del hombre. De esta manera, entre los siglos XII y XIII toda la madera en forma de árboles comenzó a ser recolectada y la deforestación del lugar dejó al descubierto de nuevo toda la arena que se había almacenado los miles de años anteriores. A esto hay que sumarle la explotación minera (sobre todo de plata) que se comenzó a dar también. Toda una conjugación de efectos antrópicos que provocaron la pérdida del bosque y sacó a la luz al Desierto de Bledow.

En el siglo XX, todo cambió.

El siglo XX fue avanzando y tal basta extensión de territorio arenoso fue utilizado durante la Segunda  Guerra Mundial como campo de entrenamiento. De hecho, hoy en día existe una porción de terreno en la zona norte del desierto todavía es tierra militar.

Y a partir de los años 50, el ser humano quiso decidir el futuro de estas tierras y se llevaron a cabo procesos de reforestación que volvieron a transformar el desierto en un bosque en muchas zonas.

Sin embargo, hoy en día se pueden encontrar porciones de desierto de gran valor ecológico con ecosistemas meritorios de ser protegidos y que os queremos mostrar para que podáis valorar la importancia del lugar.

Cartel indicativo con los diferentes elementos de interés del Desierto de Bledow.
Cartel indicativo con los diferentes elementos de interés del Desierto de Bledow.

La biodiversidad del Desierto de Bledow.

En las zonas arenosas de Bledow se han creado con el paso del tiempo pastizales en las zonas de dunas que se encuentran como hábitat prioritario para la red Natura 2000. La mejor representación de las mismas las podemos encontrar en los alrededores del río Biale Przemsza. De hecho, la presencia de este río eleva aún más el valor ecológico del lugar aportando ecosistemas de interés por la presencia de especies animales y vegetales con diferente valor de protección.

Es justo en la zona de manantiales de este río donde, en la arenas bañadas por sus aguas limpias y claras, crece una planta endémica de Polonia y que cuenta en este espacio con una de sus mejores poblaciones. Se trata de la planta Cochleara polonica. Una plantita de pequeñas dimensiones y flores blanquecinas que apenas llama la atención, pero que eleva la importancia del lugar a un nivel superior.

Ejemplar en flor de Cochleara polonica.
Ejemplar en flor de Cochleara polonica.

Además de esta planta, el desierto posee otros elementos de interés como el Refugio Jurásico Central, unos valiosos bosques de hayas, y diferentes cuevas de origen calcáreo en las que se refugian diferentes especies de murciélagos de importancia europea.

En definitiva, el Desierto de Bledow será un lugar que no solamente os sorprenderá por el mero hecho de ser un desierto en Polonia, sino que además, si os decidís adentraros en él, descubriréis una serie de elementos naturales que seguro os van a gustar. Un mini-Sahara como lo bautizó la CNN.

El verano aprieta. Media Europa se encuentra inmersa en una ola de calor histórica. Sin embargo, existen lugares que se resisten a las altas temperaturas, y sin duda la naturaleza tiene mucho que ver en eso. En la parte Norte-Noreste de los Alpes nace un río que va a ser el protagonista de nuestra sección de Ecoturismo por el Mundo de este mes. El río Isar funciona como un refrigerador que baja el frescor alpino hasta que queda embebido en el Danubio.

¿Queréis visitarlo? Vamos a mostraros algunas de las zonas que lo rodean y que bien ameritan un viaje al sur de la Baviera Alemana.

Las vegas del río Isar.

Ya conforme se aleja de la cordillera de los Alpes, el río Isar crea unas vegas que, en muchas ocasiones han sido ocupadas por infraestructuras humanas (como ocurre en muchos sitios), pero que mantiene lugares con un carácter más natural. De hecho, de esa unión hombre-naturaleza aparece en el mapa los pastos del Garchinger Heide. Al norte de Munich, esta área verde gana un protagonismo destacable.

Una zona donde la hierba crece hasta donde llega la vista y donde se encuentran algunas de las especies vegetales de pastos más interesantes. Un paseo entre sus praderas revitaliza hasta el peor de los ánimos.

Las flores de Campanula rapunculoides puede ser una de las más bonitas que nos podemos encontrar.
Las flores de Campanula rapunculoides puede ser una de las más bonitas que nos podemos encontrar.

Pero si seguimos avanzando hacia los Alpes, estos pastos comienzan a retorcerse y crear ondulaciones en las laderas. Para los que somos del sur de España, estos paisajes son super-sorprendentes. En este caso, pude visitar los prados ondulados de Buckelwiesen, cerca de Mittenwald. Creo que una imagen vale más que mil palabras.

Prados ondulados de Buckelwiesen, cerca de Mittenwald con el río Isar muy cerca.
Prados ondulados de Buckelwiesen, cerca de Mittenwald con el río Isar muy cerca.

Siguiendo el río Isar.

Pero volvamos a nuestro protagonista. Este río (como pasa en muchos ríos de la Península Ibérica) ha sufrido el manejo de sus aguas por el ser humano. En este caso en forma de centrales eléctricas y embalses. Esto quiere decir que su caudal es muy variante dependiendo de la época del año. Pero bueno, os voy a intentar describir como lo pude vivir yo.

Una gran vega, un cauce de agua helada, muchos cantos rodados que nos hablan de otros momentos más caudalosos, y la silueta de las montañas de fondo. No suena nada mal ¿eh?. Pues no.

El cauce del río Isar abriéndose paso entre montañas.
El cauce del río Isar abriéndose paso entre montañas.

Bueno, entonces llegó el momento de fijarnos en su vegetación. Existe una gran diversidad de especies que en mitad del verano se encuentran en todo su esplendor. Flores de todos los colores, pero como muchas veces pasa, al final nos sorprenden las cosas no tan llamativas.

Resulta que entre toda la vegetación, a las orillas del río Isar vi unos árboles que me parecieron muy familiares. Me dije para mi, “que curioso estos ejemplares de Taray (Tamarix sp) por estas zonas”. Pero conforme me iba acercando a ellos observé restos de flores y frutos que nada tenían que ver con estos árboles tan comunes en los ríos mediterráneos. Por lo que me puse a buscar y ya, os saco de dudas. Se trata de Myricaria germanica, y aunque su nombre haga alusiones al país de Alemania, la realidad es que esta especie también la podemos encontrar en Noreste de la Península Ibérica, siendo la única especie de Myricaria que aparece en el continente Europeo.

Flores y restos de frutos de Myricaria germanica a orillas del río Isar. Si os fijáis en sus hojas, bien podrían ser las de un Taray.
Flores y restos de frutos de Myricaria germanica a orillas del río Isar. Si os fijáis en sus hojas, bien podrían ser las de un Taray.

Subamos un poco en altitud.

Y ya que estaba tan cerca de los Alpes, que menos que “asomarme” para otear el horizonte. Y nunca mejor dicho lo de asomarme. En la población de Mittenwald existe un funicular que en menos de 10 minutos es capaz de salvar una diferencia altitudinal de más de 1000 metros. Eso hace que el recorrido sea casi vertical. Para los que sufren de vértigos, lo mejor es cerrar los ojos y esperar. Para los que no, disfrutad porque es una experiencia única.

Cabina del funicular que nos subiría hasta Bergwelt-Karwendel.
Cabina del funicular que nos subiría hasta Bergwelt-Karwendel.

Y arriba llegamos a Bergwelt-Karwendel, unas instalaciones ideales para disfrutar de este mini-circo glaciar. Además de numerosas sendas que parten de aquí, existe una sencilla que lo rodea y que la podríamos llamar la Senda de las Vistas. De nuevo, prefiero dejar una imagen.

Vistas de los Alpes desde la misma frontera entre Alemania y Austria.
Vistas de los Alpes desde la misma frontera entre Alemania y Austria.

Durante el recorrido, a principios de Agosto, las flores se acinan. Los colores se disparan a tonalidades inimaginables. Azules, amarillos, rojos, naranjas, y muchas otras especies cuyas flores no son tan llamativas, pero para los que nos paramos en todas, descubrimos auténticas obras de arte en miniatura.

Particularmente, me sorprendió el azul intenso de la flores de Gentiana bavarica.
Particularmente, me sorprendió el azul intenso de la flores de Gentiana bavarica.

En estas montañas se encuentra la frontera entre la Baviera Alemana y el Tirol Austriaco. Y en esta frontera me quedé anclado, porque aunque mi cuerpo se encuentre en otros lugares, casi a diario mi mente vuelve a rememorar este lugar.

Tras desembarcar en el aeropuerto Fort Worth International de Dallas, la cultura norteaméricana se muestra delante de mi. Pollo frito, personas de todo el mundo, colas, controles de seguridad (extremos). Nada que me haga pensar que la ciudad que voy a visitar me vaya a gustar. Pero no vamos a engañarnos, si nos quedasemos con los aspectos de los aeropuertos, rara vez nos darían una imagen positiva de donde estamos.

Me monto en el tren que me lleva a la ciudad, y comienza mi travesía para descubrir las flores de Dallas.

El Arboretum de Dallas me esperaba sin tene muy claro lo que me iba a encontrar. Una grata sorpresa.
El Arboretum de Dallas me esperaba sin tene muy claro lo que me iba a encontrar. Una grata sorpresa.

Dallas, mucho más que un asesinato.

Mis referencias son nulas. No había visitado ninguna otra ciudad de Estados Unidos, pero algo dentro de mí me decía que me iba a encontrar con el típico skyline repleto de rascacielos y luces. Si bien es cierto que alguno había, muchos menos de los esperados. Pero no me quise desviar de mi cometido. Tras ver la avenida donde asesinaron a Kennedy, y el centro de negocios de Dallas, me fui en busca del Arboretum de Dallas.

El White Rock Lake bordea situado en el lado norte de la ciudad, bordea en todo momento el Arboretum de Dallas.
El White Rock Lake bordea situado en el lado norte de la ciudad, bordea en todo momento el Arboretum de Dallas.

Tras dos metros-trenes, y un bus, al final ahí estaba. En las puertas de un lugar que no esperaba me fuera a deparar tantas sorpresas en forma de colores.

El Arboretum de Dallas.

Era un soleado sábado de Abril. La gente local aprovechaba la buena temperatura para pasear por un espacio gratificante. Prados repletos de flores, el White Rock Lake baña sus orillas, un tranvía del propio arboretum transportando a los visitantes por el extenso parque. Pero veamos que nos podremos encontrar cuando visitemos este espacio de la ciudad de Dallas.

El Arboretum de Dallas, un lugar idóneo para pasear y disfrutar.
El Arboretum de Dallas, un lugar idóneo para pasear y disfrutar.

De primeras, ya el edificio de entrada está repleto de servicios. La taquilla y una recepción donde amablemente te dan la bienvenida al sitio. Una tienda del botánico (muy bien equipada), y una cascada de agua que vaticina el vergel que nos espera.

Hay una parte en la que los árboles dominan. En esta zona podemos encontrar Robles Espinosos (Quercus macrocarpa), Robles Rojos (Quercus shumardii), Árboles de Júpiter (Lagerstroemia indica), y otras muchas especies que en primavera muestran un magnífico verde. Entre árboles y espacios, quedan distribuidas diversos monumentos, construcciones y antiguas edificaciones que existían en el lugar como los típicos cottages o casas de campo estadounidenses (con todo su colorido floral y su estilo de antaño). También un escenario para representaciones y conciertos en un marco incomparable, riachuelos, puentes, etc

El arbolado comienza progresivamente y nos sorprende con una matriz verde envidiable.
El arbolado comienza progresivamente y nos sorprende con una matriz verde envidiable.

Las flores como protagonistas.

Era primavera, la temperatura era ideal, y el jardín estaba engalardonado con infinidad de flores. Las azaleas y rododendros se distribuían con numerosas tonalidades. La Salvia Mexicana (Salvia leucantha) se presentaba en su versión menos vista, con las flores de color blanco. Diferentes variedades e híbridos de Heleboros se podían encontrar en toda su plenitud floral.

La nítida flor de Helleborus x ericsmithii se deja entrever.
La nítida flor de Helleborus x ericsmithii se deja entrever.

En algunos parterres, la disparidad y acumulación de especies era tal, que los carteles se amontonan intentando indicar “claramente” a que flor en concreto se refiere.

A veces, la acumulación de flores es tal, que difícilmente se puede diferenciar a que flor se refiere cada cartel.
A veces, la acumulación de flores es tal, que difícilmente se puede diferenciar a que flor se refiere cada cartel.

Sin embargo, existían otras zonas donde los ejemplares quedaban bien definidos y donde quedaba claro a que especie se refería. Geránios de un “Rosa Caliente” tal y como su variedad define, las Zinnias que nos descubren la belleza a diferentes tamaños, y las Begonias de “alas de dragón”. En otras zonas, los Tagetes son los protagonistas. De esta especie ya hablamos en nuestra Wikiflora. ¿Quieres saber más de ellos? Pincha aquí.

Colección de coloridos Tagetes.
Colección de coloridos Tagetes.

Y la obra final del Arboretum de Dallas.

Pero personalmente, existe una parte del Arboretum (que bien podríamos llamar Floretum) donde la cantidad de variedades de ciertas especies puede llegar a abrumarnos. Si te quieres aficionar a la jardinería, este lugar lo tienes que visitar sin pensar más allá. Si creías conocer todas las variedades de estas especies, aquí te llevarás un desengaño.

Diferentes espacios de terreno dedicados a la variedad de color y formas de ciertos géneros. En esta foto, espacio dedicado a las Salvias.
Diferentes espacios de terreno dedicados a la variedad de color y formas de ciertos géneros. En esta foto, espacio dedicado a las Salvias.

Podemos empezar con los tulipanes. En esta época aun no habían asomado sus flores, pero si cada una de las variedades expuesta tiene un color diferente, el espectáculo estará servido. Aunque ya habíamos nombrado a los geranios, posiblemente en este espacio se acumulen la mayoría de ellos.

Gran colección de variedad de Geranios de diferentes colores y con diferentes características.
Gran colección de variedad de Geranios de diferentes colores y con diferentes características.

Lo mismo se puede decir de las salvias. Una explosión de color con todas sus variedades. Pero personalmente, fueron los Antirrinus o Bocas de Dragón las que en ese momento exacto estaban en su mayor plenitud. Amarillos, rojos, naranjas, lilas, blancos, y un largo etcétera. Creo que una imagen vale más que mil palabras.

Espectacular variedad de colores gracias a los Antirrhinum.
Espectacular variedad de colores gracias a los Antirrhinum.

Es posible que si alguna vez os decidís ir a Dallas de viaje, nadie os diga que existe el Arboretum de Dallas, y que está repleto de rincones que, dependiendo de la época del año, serán la delicia de los visitantes. Pues bien, yo os lo digo: “Tenéis que visitar el Arboretum de Dallas” .

Todavía recuerdo la primera vez que fui al Parque Nacional Natural Cueva de los Guácharos en Colombia en el año 2012. Estaba comenzando mi maestría en Ciencias Biológicas en Bogotá. El director de mi tesis decidió que sería una muy buena oportunidad poder unirme a una salida de campo que iban a desarrollar en este lugar. De esta manera podría conocer algunas de las investigaciones científicas que venían desarrollándose.

Hacía allí se dirigían mis pasos. Hacia el Parque Nacional Natural Cueva de los Guácharos. Foto: Johanna Páez Crespo.
Hacía allí se dirigían mis pasos. Hacia el Parque Nacional Natural Cueva de los Guácharos. Foto: Johanna Páez Crespo.

La transición de la ciudad al campo.

La primera parada fue Pitalito. Una ciudad pequeña ubicada al suroccidente colombiano. Es bastante comercial y ahí no pasamos mucho tiempo ya que abordamos una chiva que nos condujo a Palestina. Una vez en la chiva, en medio de campesinos que llevaban sus compras a sus hogares y sintiendo la brisa andina que invita a abrigarse, empezamos a vivir la transformación del paisaje que sale de la urbe y comienza a adentrarse poco a poco al campo.

Típica Chiva Colombiana. Ella fue la encargada de llevarnos hacia Palestina.
Típica Chiva Colombiana. Ella fue la encargada de llevarnos hacia Palestina.

Recuerdo que en Palestina se siente un aire más fresco. Este municipio dista mucho de parecerse a su homónimo del Oriente. A 1552 metros sobre el nivel del mar, comenzamos a sentir más el frío de la montaña. Es el lugar donde pudimos comprar un elemento indispensable para nuestro viaje. Botas pantaneras. Aunque yo asumí que de allí ya continuaríamos caminando, aún nos faltaba por hacer otro viaje hasta la vereda  La Mensura.

Llegar esta vereda es muy agradable porque, aunque no conozcas a las personas que allí habitan, ellos te tratarán con total fraternidad y te harán sentir en casa. El paso por La Mensura fue muy interesante. Fuimos descubriendo diferentes cultivos de frutas tropicales como el de pitahayas y granadillas. También pude escuchar de primera mano las historias de campesinos que han venido desde otros lugares del país huyendo de la violencia y buscando seguir sus vidas en algún rinconcito verde lleno de tranquilidad.

Cultivo de Granadilla (Passiflora ligularis) cerca de la población de La Mensura.
Cultivo de Granadilla (Passiflora ligularis) cerca de la población de La Mensura.

Hacia la frondosidad en medio del barro.

En La Mensura nos despojamos de toda incomodidad y nos preparamos para pasar varias horas subiendo montaña. El tiempo de ascenso varía dependiendo del estado físico del expedicionario y lo más recomendable es alquilar mulas que se puedan encargar del equipaje, y que permitan poder internarse al bosque de la manera más ligera posible. La primera vez que subí al parque nacional tardé alrededor de cuatro horas en llegar a las cabañas. No olvido que en ese entonces, mientras trataba de lucir no tan exhausta frente a mis nuevos compañeros de estudios, en mi mente sólo se repetía constantemente la pregunta de: “¿Cuál es la necesidad de internarse en un sitio tan remoto?”.

La humedad, ríos y cascadas, son una constante dentro del Parque. Foto: Johanna Páez Crespo.
La humedad, ríos y cascadas, son una constante dentro del Parque. Foto: Johanna Páez Crespo.

Dependiendo de la época del año, el camino es fangoso o más fangoso. Al principio observamos pequeñas casas dispersas que se fueron perdiendo en el paisaje, hasta que luego ya solo vimos el rastro del camino para animales de carga que se vuelve en un reto personal, tratar de sobrellevar sin caerse demasiadas veces.

El río Sauza, a mitad de camino para llegar a la Cueva de los Guácharos.

Al llegar al río Suaza, hay todavía medio camino. De allí se entra oficialmente a la primera área protegida de Colombia que fue declarada  en 1960. Un Parque que pertenece a la Reserva de la Biósfera Cinturón Andino declarada por la UNESCO. La subida fue extenuante, pero también fue bastante reconfortante poder respirar profundamente ese oxígeno que se produce en los bosques de montaña. Esta fue la primera vez en mi vida que atravesaba un robledal. Fue muy grato ver la imponencia de los robles negros (Colombobalanus excelsa) y blancos (Quercus humboldtii), y claramente notar el contraste de este bosque con el de los bosques montanos adyacentes.

En la mayoría de las ocasiones, el ascenso al parque incluye el avistamiento de una buena cantidad gallitos de roca o gallos de la peña (Rupicola peruviana). Son una especie de ave que presenta machos de un bello color naranja intenso y hembras de una tonalidad marrón más reservada. Los gallitos de roca forman grupos de cortejo denominados leks y producen unas vocalizaciones bastante desconcertantes que no concuerdan con su exuberante porte.

Ejemplar macho de Gallito de Roca (Rupicola peruviana) con sus bella coloración naranja. Foto: Johanna Páez Crespo.
Ejemplar macho de Gallito de Roca (Rupicola peruviana) con sus bella coloración naranja. Foto: Johanna Páez Crespo.

Para lo más afortunados, el camino también puede verse acompañado de micos churucos (Lagothrix lagothricha lugens). A veces, estos micos te examinan desde los árboles haciendo despliegues de territorialidad, o simplemente ignoran tu recorrido mientras se sumergen en el consumo de los frutos que tienen disponibles.

Ejemplar de Mico Churuco (Lagothrix lagotricha lugens). Foto: Johanna Páez Crespo.

La estancia en el parque estuvo llena de tranquilidad y fue acompañada por la presencia de los guardaparques del área, que compartieron sus innumerables anécdotas y recomendaciones del lugar. Las noches fueron amenizadas con un repertorio de música local a guitarra que incluyó el muy sonoro himno de este parque nacional.

Conociendo la Cueva de los Guácharos.

El descubrir la cueva principal del área protegida que alberga cientos de guácharos (Steatornis caripensis) es un espectáculo único. El camino para llegar a la cueva es de un verde intenso de muchas tonalidades. Repentinamente, el verde se ve oscurecido por la majestuosidad de la entrada a este recinto y en el que el sentido del oído se agudiza para descifrar las vocalizaciones de las únicas aves nocturnas que se alimentan de frutos. La cueva es todo un invernadero de plantas en potencia. Los guácharos dispersan grandes cantidades de semillas que provienen no solo de los bosques aledaños, sino también de bosques de tierras bajas que también visitan.

Ejemplar de Guácharo (Steatornis caripensis) dentro de la cueva que da nombre al Parque Nacional. Foto: Johanna Páez Crespo.
Ejemplar de Guácharo (Steatornis caripensis) dentro de la cueva que da nombre al Parque Nacional. Foto: Johanna Páez Crespo.

Para conocer bien a Guácharos, nombre con el que como solemos abreviar  al parque nacional, hay que pasarse varios días y visitar cascadas como las de La Lindosa y la de Cristales. También recorrer El Lapiaz y explorar algunas otras cuevas más llenas de impresionantes formaciones calcáreas.

Formaciones del interior de la Cueva de los Guácharos. Foto: Johanna Páez Crespo.
Formaciones del interior de la Cueva de los Guácharos. Foto: Johanna Páez Crespo.

Al finalizar esta hermosa expedición y reflexionar sobre aquella pregunta que rondó en mi cabeza durante el ascenso, solo me queda responder que la necesidad de ir este remoto paraíso que desde entonces he visitado alrededor de 10 veces, reside no solo en deleitarse con las maravillas naturales que componen los bosques tropicales de montaña, sino con la posibilidad de reflexionar sobre los retos de la vida rural y la generosidad de nuestros campos.

La frondosidad vegetal, los diferentes verdes y las flores de elevada belleza acompañan nuestros pasos en este lugar único. Foto: Johanna Páez Crespo.
La frondosidad vegetal, los diferentes verdes y las flores de elevada belleza acompañan nuestros pasos en este lugar único. Foto: Johanna Páez Crespo.

Misteriosa, mágica, aventurera, mística, … Posiblemente podríamos adjetivar la Isla de Pascua con infinidad de términos. Es un lugar en medio de la inmensidad del Oceano Pacífico perteneciente a Chile pero que, por el contrario, se encuentra a casi 5 horas de avión del continente. Una isla de pequeñas dimensiones que concentran cultura, historias, anécdotas, etc. En el siguiente post de Ecoturismo por el Mundo, os querremos hablar de la naturaleza superviviente que queda en la isla.

Desde que el avión aterriza cerca de Hanga Roa, ya se atisban unos paisajes que nos empiezan a sorprender. Pero…. ¿no hay muchos árboles?

La vegetación herbácea, la protagonista de la flora de Isla de Pascua.

Posiblemente, cuando se piensa en la Isla de Pascua se pueden pensar en paisajes polinésicos de palmeras en la playa y bosques a baja altura. Lo cierto es que la ocupación de la isla por el ser humano desde tiempos incalculables han llevado consigo un aprovechamiento de los recursos naturales nativos poco sostenible. Los restos de vegetación arbórea que podemos encontrar en la actualidad se relaciona más con repoblaciones «modernas» que con la persistencia de vegetación nativa. Es por ello que ésta se concentra sobre todo en el grupo de la vegetación herbácea.

El verde la vegetación herbácea brilla cuando el sol del atardecer en Isla de Pascua la ilumina.
El verde la vegetación herbácea brilla cuando el sol del atardecer en Isla de Pascua la ilumina.

Los volcanes diversifican los paisajes.

Es posible que podamos pensar que un volcán tendría que ser una elevación de gran altitud con un crater en su parte superior. Pero a veces, como pasa en Isla de Pascua, el crater puede haberse visto reducido en altura y queda como un agujero a no tanta altitud que esconde agua en su interior.

El Rano Kau es el más cercano a la capital. La vegetación crece en sus aguas, el yacimiento arqueológico Orongo lo custodia y el oceano Pacífico lo bordea. Una parada obligada en nuestro descubrimiento de la isla.

El crater del volcán Rano Kau dispuesto a sorprender a los visitantes.
El cráter del volcán Rano Kau dispuesto a sorprender a los visitantes.

Pero además de este y del volcán Paukatike, el punto más alto de la isla lo da el volcán Ma´unga Terevaka. El más joven de los tres, pero el más grande. Su cono irregular ocupa gran parte de la isla. Merece mucho la pena subir a visitar su cráter. Una laguna que permite la aparición de otras especies vegetales (en muchos casos gramíneas).

Laguna formada en lo alto del volcán Ma´unga Terevaka.
Laguna formada en lo alto del volcán Ma´unga Terevaka.

La magia de los Moais de Isla de Pascua.

¿Cuál es el icono de la Isla de Pascua? Sin duda, la imagen que a todos se nos viene a la cabeza. Los moais. Esas figuras misteriosas de origen desconocido que pueblan la isla. Más de 40 conjuntos de figuras en diferente estado de conservación, que le dan el toque mágico a la isla. Desde su tallado y escultura (que se pueden observar en la cantera), hasta su instalación. Todo tiene un toque místico que se engrandece durante la salida y la puestas del sol.

Moai a medio extraer del terreno de la Isla de Pascua.
Moai a medio extraer del terreno de la Isla de Pascua.

Pero es en el este de la isla donde tenemos quizás la concentración de Moais más espectacular. Con el nombre de Ahu Tongariki, es altamente recomendable visitarlos al amanecer. Os aseguramos que el madrugón valdrá la pena (si el cielo no está nublado).

Moais del Ahu Tongariki al atardecer (a mi me pillaron nubes cuando fui a verlos al amanecer)
Moais del Ahu Tongariki al atardecer (a mi me pillaron nubes cuando fui a verlos al amanecer)

Tau Kiani, donde encontrar la vegetación nativa polinésica.

Pero entonces, ¿cuál es el mejor sitio donde disfrutar de la vegetación de la Isla de Pascua?

Corría el año 2009 cuando Carlos Poblete decidió crear un sitio en la isla dedicado exclusivamente a la flora polinésica, que además pudiera servir como atractivo turístico. Es así como se inicio el proyecto del Jardín Botánico Tau Kiani. Una parcela fácil de recorrer en la que podremos observar vegetación herbácea, arbustiva y arbórea.

Colorido y frondoso aspecto del Jardín Botánico Tau Kiani en la Isla de Pascua.

Puedes pinchar aquí para poder ver la ficha que le hicimos a este Jardín Botánico en Turismo Botánico.

Magia, misticidad y misterio a nuestra disposición.

La Isla de Pascua, un lugar lejano pero que merece encarecidamente su visita. Un rincón mágico en medio del Oceano Pacífico que, aunque pueda costar tiempo en llegar, nos sorprenderá con sus rincones, sus moais, y sus lugares naturales.

Paisajes circundantes a Hanga Roa, la capita de la Isla de Pascua.
Paisajes circundantes a Hanga Roa, la capita de la Isla de Pascua.