El Caurel y su bosque con “22 bosques”.

Los pasados días 14,15, 16 y 17, llegó el momento de conocer el interior de la provincia de Lugo. Porque en Galicia es de sobra conocida su costa, sus rías, el Camino de Santiago, pero quizás hay montañas en el interior que no son tan conocidas, pero no por ello merecen menos la pena. El Caurel y los Ancares gallegos fueron nuestros objetivos, y os vamos a contar como nos fue nuestro recorrido por estos paisajes de ensueño.

Las laderas de las montañas del Caurel nos dieron la bienvenida.
Las laderas de las montañas del Caurel nos dieron la bienvenida.

El río Ladra y su tramo inhóspito.

Aterrizamos en el aeropuerto de Santiago de Compostela y para no hacer el tramo hasta el Caurel de golpe, dimos un pequeño paseo por el río Ladra, y realmente nos sorprendió mucho. La suerte es que parte de estos bosques que lindan con el río se encuentran en la actualidad bajo acuerdos de custodia del territorio (Asociación Gallega de Custodia del Territorio). Esto ha hecho que la conservación del lugar esté siendo una realidad, y eso se nota enormemente en la naturaleza del mismo.

Con este pretexto, el paseo que dimos solo pudo ser mágico, y así lo sentimos. Sin duda, unos paisajes de duendes y elfos.

El grupo adentrándose en el bosque que custodia al río Ladra.
El grupo adentrándose en el bosque que custodia al río Ladra.

Después de esta ruta idílica, llegamos a nuestro alojamiento en Paderne del Caurel. Un pueblecito con encanto que nos acompañó durante dos noches.

En el Caurel, la devesa de A Rogueira.

En el segundo día de nuestro viaje, nos tocaba conocer el lugar que nos sirvió de excusa para realizar nuestro viaje. Y no defraudó. ¿Podéis imaginar 22 bosques en uno solo? Cuando tenemos un bosque, éste coge el nombre de la especies arbórea predominante. De esta manera, lo normal es encontrar en un monte uno o dos tipos de bosques. Pero en la Devesa de a Rogueira esto nos puede pasar hasta 22 veces. En un momento los robles, en otro las hayas, después los tejos, en algún momento los castaños, y así hasta 22 especies diferentes. Esto hace que, mientras que los recorremos buscando la parte más alta, nuestra mirada divisa paisajes muy diferentes.

Los musgos cubren los árboles sin importarle que tipo de bosque sea el que predomine.
Los musgos cubren los árboles sin importarle que tipo de bosque sea el que predomine.

Comenzamos una última subida un poco más exigente pasando por la cascada de A Rogueira. Un curioso lugar donde la roca tiene dos colores muy diferenciados. Y es que en este punto es donde se unen los materiales calizos con los silíceos, y eso se traduce en dos colores muy bien marcados.

La cascada de Rogueira con sus dos colores de roca.

Y al terminar la subida, era el momento de mirar atrás. ¿Estábamos en Escocia? Bien lo parecía. Brezales que ocupaban las partes más altas de las laderas que nos acompañaron hasta que iniciamos la bajada que nos iba a llevar al bus.

La parte de arriba de Rogueira (Sierra del Caurel) nos muestra un paisaje de brezos que nos trasladará a las Highlands escocesas.
La parte de arriba de Rogueira (Sierra del Caurel) nos muestra un paisaje de brezos que nos trasladará a las Highlands escocesas.

Por la tarde, nos dimos un agradable paseo por el bonito pueblo de Seceda. Una imagen vale más que 1000 palabras, así que os dejamos una de este pueblo.

El pueblo negro de Seceda en el Caurel, con sus rústicas calles.
El pueblo negro de Seceda en el Caurel, con sus rústicas calles.

El río Pequeno, otro de los cursos que atraviesa el Caurel.

El tercer día salimos de nuestros alojamientos en Paderne del Caurel y seguimos el curso del río Pequeno. Está fue una ruta sencilla en la que el ruido del agua nos fue acompañando. Su presencia nos aseguraba encontrarnos con especies de ribera muy diferentes a las que habíamos visto el día anterior.

Muchos cursos de agua del Caurel que van a desembocar al río Pequeno muestran este frondoso aspecto.
Muchos cursos de agua del Caurel que van a desembocar al río Pequeno muestran este frondoso aspecto.

Después de comer abandonamos el Caurel y, antes de dirigirnos a nuestro próximo destino en Piornedo, en los Ancares gallegos, nos dimos un paseo por un lugar que nos dejó a todos con la boca abierta.

No sabíamos que nos estaba esperando un bosque de duendes. Los musgos han ido tapizando las grandes rocas, las cuales han formado pasillos que convierten el paseo entre ellas en algo realmente mágico.

Rocas tapizadas de musgo en Os Grobos.

Y cuando llegamos a Piornedo, nos dio tiempo a dar un paseo por el pueblo conociendo como eran las pallozas en las que vivían los lugareños de estas sierras hasta no hace mucho tiempo. Su Museo Palloza te transporta y te permite viajar en el tiempo.

Y finalizamos recorriendo los Ancares gallegos.

Nuestro último día se iniciaba con una ruta corta por los alrededores de Piornedo para descubrir el corazón de los ancares gallegos. Terminábamos de conocer los paisajes de ensueño que salpican el interior de la provincia de Lugo. Además, pudimos conocer historias locales que pusieron el colofón a nuestro viaje por el Caurel.

Último respiro del aire de los Ancanres antes de emprender nuestro camino de regreso.

Fueron 4 días para descubrir, para disfrutar y para conocer más de todas las maravillas que la naturaleza y la población local del Caurel tienen para sorprender.

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victorzapata

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