Vivimos en ciudades caóticas. Nuestras vidas parecen ir al ritmo de la inmediatez. Pero en medio de las grandes urbes, aún sobreviven espacios verdes de bienestar. Nos sentamos en el parque y vemos como el viento acaricia nuestro rostro y mueve las hojas apaciblemente. Caminamos por los senderos y admiramos las plantas que nos rodean. Nos envuelven sus aromas. Pero… Un momento ¿Realmente los hacemos o sólo es una visión idílica de lo que no vivimos?
Recientemente, investigadores de las universidades de Queensland y Exeter, encontraron que en el sur de Inglaterra hay una tendencia a la disminución de los niveles de depresión cuando los adultos pasan más tiempo en los parques cercanos a sus casas y los visitan con mayor frecuencia.
Pequeñas dosis de naturaleza
Los resultados de la publicación científica “Dosis de naturaleza cercana asociadas simultáneamente con múltiples beneficios para la salud”, sugieren que aquellas intervenciones que fomenten la exposición de los ciudadanos a la naturaleza cercana como es la de los parque urbanos e incluso unos niveles mínimos recomendados de vegetación en los vecindarios, podrían tener un impacto considerable en la salud de la población. Daniel Cox y sus colegas afirman que en Inglaterra “los ahorros potenciales asociados a mejorar la exposición a la naturaleza serían significativos dado que en 2007 se estimó que la depresión costó a la economía inglesa 7.500 millones de libras esterlinas en costos de salud y días de trabajo perdidos”.
¿Será que los médicos tendrán que empezar a recetarnos dosis de naturaleza para mejorar nuestra salud mental? ¿Cuándo las administraciones locales dejarán de planificar los espacios verdes de nuestras ciudades únicamente desde la perspectiva estética del pavimento? ¡Tal vez sea hora de pasar más tiempo en la naturaleza!
¿Qué tal revisar qué jardines botánicos tienes más cerca? ¿Por qué no apuntarte a una ruta por la naturaleza?
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